sábado, 21 de agosto de 2010

Familia

Fue una semana exactamente, que como regalo de cumpleaños, me autoregalé una entrada adicional para ver una película más en el Festival de Lima. Finalmente, no fue una película sino un documental, se llama Familia y es de Mikael Wiström (director sueco) y Alberto Herskovits (director argentino). Obviamente, la elegí porque desde el momento que ví en el folleto de las películas que habían dos producciones suecas, me dije a mí misma (por vínculos afectivos y de cariño a ese país principalmente) que tenía que ver alguna, y opté por Familia ya que era algo relacionado con Perú.

El documental inicia con Natividad en la playa, angustiada por una situación como queriendo depositar sus angustias en el mar y volver a casa en paz. Naty toma la decisión de emigrar a España para trabajar y así contribuir a la economía de su hogar. Pero el proceso que conlleva esto y la separación de su esposo e hijos- especialmente el menor al cual quería darle la “calidad” de tiempo que no pudo a los otros- es de lo que seremos partícipes.

Un punto a resaltar son los flashbacks con fotografías en blanco y negro, en el que el director nos muestra su nivel de vinculación con estas personas. Podemos observar a través de ellas, los inicios de Daniel y Naty, cuando recolectaban basura y dejaban a su bebe en una carpita especialmente hecha para velar por ella y que no esté lejos de ellos mientras hacían su trabajo. Estas fotos son muestras del amor y dedicación que ponen muchos años para conseguir un lugar donde vivir en Chorrillos y establecerse con todos sus hijos.

Otro aspecto que se trata es el del machismo que envuelve nuestra sociedad, ya que el hijo de la pareja tiene una mentalidad muy anticuada y en un fragmento de la obra, tiene una discusión con su esposa por cuestiones caseras, donde se da a entender que es alguien que quiere que le sirvan todo y que no mueve un dedo en la casa ni mucho menos cocina, porque es hombre. Su esposa indignada le replica que lo que él quiere no es una esposa sino una sirvienta.

La situación delicada de los emigrantes latinos (sobretodo los que realizan labores domésticas o están en una situación ilegal) en el extranjero y los maltratos que pueden sufrir es un tema de trasfondo, que cuestiona, preocupa, arremete.

En cuanto a algunos aspectos técnicos, el uso de los colores, el contexto en los que se filma el documental es el inverno limeño que con su color gris hace un hincapié en el aspecto duro de la separación de las familias por motivos económicos, por busca de mejores oportunidades; esto contrasta con las escenas en España donde se hallan en pleno verano y por ende los colores son mucho más vivos. Asimismo, hay un despliegue de color cuando Naty vuelve a su pueblo natal para casarse, lo que se puede empalmar con la alegría de volver no solo al Perú, sino a su tierra. Su familia se muestra mucho más que el grupo de personas que ella ama incansablemente para extenderse a otros aspectos como sus orígenes, su lucha en la vida junto a su esposo y compañero Daniel, las amistades que va haciendo a través del tiempo (como su compadre Mikael) y posteriormente su establecimiento con sus hijos. Familia para ella parece ser la suma de todos esos aspectos.

Hay también planos generales muy bellos, de la playa, del campo, de las casas en los cerros.

Sobre la base de lo que he leído en otros blogs y el breve diálogo que tuve ese día con Mikael después de la proyección, puedo decir que el documental es una labor que le ha llevado al director gran parte de su vida, que lo ha involucrado con la familia con la que entabla una amistad por un tiempo aproximado de veinte años. Familia es la tercera parte de una trilogía sobre la historia de la familia Barrientos que empezó con La otra orilla (1991) y Compadre (2004). Esta obra se hizo acreedora del premio “Mejor documental sueco” en el Festival Internacional de Cine de Gotemburgo- Suecia.

Me parece que el mérito del director sueco va más allá de plasmar esta realidad contemporánea, pues lo que más es admirable –según mi modesta opinión por supuesto- es su nivel de involucramiento. Desde que era ese fotógrafo cuando retrataba a aquellos que no eran retratados por otros y se confrontaba a esa realidad tan chocante de ver a las personas escarbando en la basura, hasta el nivel de realización cinematográfica, donde ha efectuado una de las mejores formas en las que uno puede hacer un documental: tanto el director como los protagonistas se han domesticado, tal cual Principito y su rosa, han creado un lazo. Familia es también su familia.

Mikael Wiström con las protagonistas de su próximo trabajo.
Tanto el director como los protagonistas se han "domesticado", tal cual Principito y su rosa, han creado un lazo. Familia es también su familia.

lunes, 9 de agosto de 2010

La joven Victoria

La joven Victoria es una de esas películas que te deja una sensación de ya haber visto esa historia, de conocer cómo avanza la trama y su desenlace, pues –como hablábamos con un amigo- su argumento es ciertamente convencional; pero aún así, funciona y me encantó.

Ambientada en el siglo XIX, Victoria muestra arquitectura neoclásica en sus decoraciones (especialmente en el Palacio de Buckingham). Tiene un aire a Barry Lyndon en la decoración y el uso de los espacios y locaciones. La dirección artística es impecable, cada detalle del vestuario está hermosamente cuidado; los peinados acordes a la época. Obviamente, en una película histórica la dirección de arte denota mucho más su relevancia pues puede terminar siendo un “personaje” más, sin el cual, la película deja de ser convincente.


La historia nos ubica la mayor parte del tiempo en 1837 y los años posteriores, donde Victoria tendrá que asumir el cargo de ser reina al cumplir los 18 años-al morir su tío Guillermo IV- y luchar para que no le pidan la regencia por ser muy joven e inexperta. La relación con su madre es inestable y áspera. A veces, solo el cariño de su nana la consuela ante las duras pruebas que tiene que atravesar a su corta edad. Por otro lado, Albert de Sajonia-Coburgo-Gotha, príncipe de Bélgica, ha sido criado desde niño sabiendo todo de Victoria, sus gustos y aficiones en campos como la música, la literatura y el teatro. Cuando finalmente llega el día en que se encuentran, los dos sienten que tienen mucho en común y a partir de ahí, vivirán un romance con muchas complicaciones de por medio.

¿Con qué escena me quedo? Hay varias, una de ellas es en la que Victoria (aún sin ser reina) y Albert juegan ajedrez y donde llevan una conversación en la que Victoria le pregunta a su primo que si no se siente como una pieza de ajedrez que está esperando a ser movida de acuerdo a la situación que convenga. Albert asiente y ambos se ven muy identificados porque se dan cuenta de que la premisa de sus vidas ha sido esa: No poder tomar sus decisiones por sí solos, estar expuestos siempre a presión, ser piezas de burdos juegos e intereses políticos, etc. Luego Albert recomienda a Victoria que deje que “jueguen” con ella hasta que ella aprenda a dominar las reglas del juego.


La escena final en la que Victoria ingresa a un salón principal con Albert de una forma magistral donde todos los invitados los miran (al estilo de la escena final del Arca rusa) es quedarse con ese instante que te envuelve, que no te deja “insatisfecho” y que –tal vez con la ayuda de un efecto de cámara con ángulo picado- ennoblece y engrandece a esos personajes.

La joven Victoria es un film que agrada. La dirigió el francés Jean-Marc Valleé y la música es otro aspecto bien manejado, que emociona y toca. Actúan Emily Blunt (Victoria), Rupert Friend (Albert), Mark Strong (John Conroy). Ganó el Oscar a Mejor Vestuario, Mejor Maquillaje y Mejor Dirección Artística 2009. ¡Y con razón!

Quedo de mi modesta crítica-opinión y me voy a trabajar.

Más en: http://www.theyoungvictoria.co.uk/



viernes, 21 de mayo de 2010

El momento

Era un restaurante rústico, cual dejavú, creí que ya había estado ahí una vez, pero esa vez no sonaba la radio sino que era música en vivo.

Nos sentamos para disponernos a callar a nuestros estómagos, eran las cuatro de la tarde y no habíamos almorzado. En eso, los idiomas se mezclaron. "G" me dijo que le parecía muy curioso encontrarme y además que los dos hayamos sido voluntarios en el país del otro. También hablamos de las ironías de la vida: conocemos tierras lejanas, pero yo no conozco la ciudad que está al sur de Lima y él se pierde fácilmente en la capital de su país.

Parecía de 22, pero tiene 25 años. G no había dormido en una cama por una semana, había estado de bus en bus y ahí conciliaba el sueño. Se afeitaba en los baños públicos o de los restaurantes donde comía. En la pantalla de su cámara pequeña (denominada por él como trash cam) se observaba la imagen a fotografiar de forma al revés, efecto producido por viajar con la cámara en un río. La cámara era una sobreviviente de toda su faena voluntariosa.

Luego hablamos de la Inca kola, me preguntó “¿realmente te gusta?”, y yo “sí, claro…bueno no me gusta tomar gaseosa, pero si tuviera que escoger una sería esa. Además he crecido con eso, más allá de un juicio de valor está en mí ese sabor. Es como esos dulces salados que ustedes tienen, ¿como se llaman?…mmm”. Y él “ah, pero a mí no me gustan, pero sí, son muy populares”.

Nos vimos un rato en la noche antes de que se vaya, tenía la misma sensación que en Cusco, era este conocer amigos y decir adiós tan rápido. Entrar en confianza súbitamente. Como con Micha y Jakob, una pareja mayor de Israel que encontramos en Cusco, que a los dos días de conocerlos, Hanna y yo, celebramos el cumpleaños de Micha en el Trotamundos con café y torta de chocolate. Mientras comíamos, nos daban consejos como si nos conociéramos de toda la vida, como si fueran nuestros padres ¡Qué personas tan amables! Y hasta ahora extraño ese breve momento en que conversábamos con ellos y escuchábamos de sus viajes, de su amor, de su matrimonio, de su divorcio y de su amistad. Así como G, Micha y Jakob, iba encontrando personas que llenan un momento y lo más probable es que no vuelva a verlos, pero ese instante, ese momento puede permanecer eterno.

martes, 27 de abril de 2010

Vientos del pasado

Y pensar que pensábamos en lo mismo mientras estábamos en la sierra. Si uno pudiera llamar a las personas con el pensamiento, con una pestañada (como dice una amiga mía), tal vez todo sería más fácil. Lo vio después de tanto tiempo y le había gustado tanto, le había dejado una gran huella como persona.
Esa noche por fin encontré respuesta a muchas preguntas que rondaban mi mente, preguntas abiertas que por fin habían encajado con las situaciones, personas, momentos, lugares, etc.
-¿Por qué no me llamaste luego? Aún pensaba en ti...
-Es que no había conexión, solo por las mañanas, cuando hablaba contigo, y bueno como que las nueve de la mañana no era la hora más romántica. Sin embargo, cuando hablaba contigo te quedabas conmigo todo el día.
Ambos se miraron y sonrieron, pero ahora ambos estaban en otra "situación". Lo que les daba un poco de curiosidad eran interrogantes como ¿que habría pasado si...? ¿y si yo hubiera hecho esto o aquello? ¿qué pasaría si...?

"Confesiones de otoño"

Los días pasan, lo que en un inicio era tan pesado, se ha convertido en algo llevable, la vida continúa y todo tiene sus subidas y bajadas. Conocí una suerte de ángel, creo que he sido muy afortunada con eso (él es mi buena estrella, como versa una canción de Caroline Cruz).

Tomamos dos fotografías, solo que la de él era minimalista y la mía era barroca, clásica. Yo dije: el tiempo no es un problema; él dijo: sí, sí lo es. Yo sé como andas de tiempos, por eso te canté: tu cuerpo puede estar ausente pero que tu alma esté al final del puente-nuevamente canción de Caroline. Cada uno tiene distintos enfoques y por eso nos complementamos tan bien. Siempre que te veo con los niños me pareces tan tierno. La voluntad nos une, estar lejos y cerca de lo que queremos, eso lo comprendo.

Estallaste cuando te dije que me iba temprano (¿estabas celoso?), pero no hubo mala intención de por medio. Fue porque me tomaba regular tiempo para encontrarme con una amiga que no veía hace tiempo para ver una película (que terminó siendo un documental sobre Manu chao).

Y te escapabas para verme, y comprabas una pasta dental, y yo iba a prisa con la bicicleta por solo verte esos cinco o diez minutos. Nos mirábamos, sonreíamos, disimulábamos. Es increíble sentir esas mariposas en el estómago.
Caminamos por unas casonas, ellas nos han visto, nos escondieron con esa brisa barranquina de noche de casa de cartón. Pero solo yo he visto que esconden tus ojos (muy bellos por cierto), tu pelo. Decimos algo, y hacemos otra cosa, si te miro a los ojos no resisto, en fin. Recuerdo fragmentos de la canción que me dijiste que escuchara cuando te conocí: no sé quién eres, no sé qué será, lo aprenderemos solo viviendo.

Por ahora tú tomas espreso y yo, capuccino...