viernes, 21 de mayo de 2010

El momento

Era un restaurante rústico, cual dejavú, creí que ya había estado ahí una vez, pero esa vez no sonaba la radio sino que era música en vivo.

Nos sentamos para disponernos a callar a nuestros estómagos, eran las cuatro de la tarde y no habíamos almorzado. En eso, los idiomas se mezclaron. "G" me dijo que le parecía muy curioso encontrarme y además que los dos hayamos sido voluntarios en el país del otro. También hablamos de las ironías de la vida: conocemos tierras lejanas, pero yo no conozco la ciudad que está al sur de Lima y él se pierde fácilmente en la capital de su país.

Parecía de 22, pero tiene 25 años. G no había dormido en una cama por una semana, había estado de bus en bus y ahí conciliaba el sueño. Se afeitaba en los baños públicos o de los restaurantes donde comía. En la pantalla de su cámara pequeña (denominada por él como trash cam) se observaba la imagen a fotografiar de forma al revés, efecto producido por viajar con la cámara en un río. La cámara era una sobreviviente de toda su faena voluntariosa.

Luego hablamos de la Inca kola, me preguntó “¿realmente te gusta?”, y yo “sí, claro…bueno no me gusta tomar gaseosa, pero si tuviera que escoger una sería esa. Además he crecido con eso, más allá de un juicio de valor está en mí ese sabor. Es como esos dulces salados que ustedes tienen, ¿como se llaman?…mmm”. Y él “ah, pero a mí no me gustan, pero sí, son muy populares”.

Nos vimos un rato en la noche antes de que se vaya, tenía la misma sensación que en Cusco, era este conocer amigos y decir adiós tan rápido. Entrar en confianza súbitamente. Como con Micha y Jakob, una pareja mayor de Israel que encontramos en Cusco, que a los dos días de conocerlos, Hanna y yo, celebramos el cumpleaños de Micha en el Trotamundos con café y torta de chocolate. Mientras comíamos, nos daban consejos como si nos conociéramos de toda la vida, como si fueran nuestros padres ¡Qué personas tan amables! Y hasta ahora extraño ese breve momento en que conversábamos con ellos y escuchábamos de sus viajes, de su amor, de su matrimonio, de su divorcio y de su amistad. Así como G, Micha y Jakob, iba encontrando personas que llenan un momento y lo más probable es que no vuelva a verlos, pero ese instante, ese momento puede permanecer eterno.