Luego de un gran silencio y de las excusas de por medio para justificarlo, solo un evento y sobre todo, una persona y lo que representa podía hacer que retome esta suerte de catarsis virtual y hacerme compartir uno de los mejores momentos de mi vida.
Tenía 9 años de edad cuando, en épocas escolares, llegó a mis manos un libro Santillana y al ojearlo pude ver que en la parte final se hallaba un texto que decía "Entrevista a John Lennon", fue una de las lecturas que más captó mi atención y además pude ver que al pasar la página también estaba la letra de una de sus canciones decía "Imagina". Me agradó tanto lo que leí en esos versos: "imagina toda la gente viviendo la vida en paz, puedes decir que soy un soñador pero no soy el único...”. Ese fue mi primer acercamiento con los Beatles o al menos el que me marcó más por aquella única niñez. Al tiempo, el cine, maravilloso arte, me mostró a los cuatro fabulosos de Liverpool en una serie de andanzas antes de una presentación por TV en "A hard Day's Night". También pude ver una película sobre Paul McCartney y su vida con la inspiración de la canción My love”, la fotógrafa Linda Eastman. Mi vida así como la de millones se ha visto inspirada profundamente por los Beatles y su música. Si bien cada uno me gusta a su manera, al hablar de Paul es hablar del “corazón” del grupo (John era el cerebro; George, el alma y Ringo, el cuerpo), de gran compositor, un genio musical que ha soñado las letras de sus canciones y las ha plasmado en la realidad. Con esa voz tan melodiosa (que en Perú se ve puede ver identificada con la de Carlos Guerrero de “We all together”, mítica banda peruana) y con esa dulzura,siempre soñé con escuchar y ver cantar a Paul en vivo, pero pensé que tal vez era mucho pedir a la vida. Me recuerdo preguntándole a mi madre si creía que era poible que él venga alsún día y ella alentándome a no perder los ánmios, que todo es posible, y realmente este tipo de sucesos me hace pensar que sí.
El día del concierto será inolvidable, ver a todas las personas de diferentes generaciones regocijarse con la música de Paul y verlo a él en vivo, fue demasiado. En realidad lo ví cuando llegó al hotel, pero en ese momento en que todo el mundo enloqueció, no se podían tomar fotos y además era difícil porque ese instante era tan preciado que aunque sea verlo era suficiente. Cuando estuve en el concierto, mientras Paul iba pasando por su repertorio más variado, parecía como si fuera en una especie de rueda del tiempo, en donde veía etapas de mi vida pasar con muchas de las canciones, no voy a ser específica con cada una de ellas, pero "All my loving", "Yesterday", "Hey Jude" y "Live and let die" fueron algunas de las que más "fotografías mentales" evocaban en mí. También cuando cantó Something en tributo a George Harrison, me acordé inmediatamente de mi mamá-también presente en el concierto junto a mi papá y mi hermano, pero en otra tribuna- , pues Goerge es y será su beatle favorito.
Pero dos cosas más que amé de Paul: en primer lugar, su sencillez ¡Qué hombre para humilde y con los pies en la tierra! Paul cautivó al público peruano con la amabilidad que desprendía, nunca se dio aires de divo y siempre que había fans solicitando algún autógrafo, ahí estaba él. Además se aprendió unas frases en español y gritó ¡Viva el Perú, carajo! Siempre recordaré como pronunciaba palabras en español relativas a nuestra tierra: "Por fin estoy en Perú... estoy muy contento de estar (brevísima pausa) aquí...". Número dos: Paul ciclista. Sí no pude creerlo pero Paul manejó bicicleta por el lugar que yo también suelo pasar en el malecón de Miraflores. Fue demasiado, una indescriptible sensación: un beatle por el malecón con bicicleta!!!
Creo que a Paul le gustó Perú, más allá de todas las protocolaridades que tiene que cumplir, se notó que sus agradecimientos mostraban un cariño por este lugar, en su página web oficial (http://www.paulmccartney.com/news.php#/2163/2011-05) se colgaron cuatro enlaces sobre su estadía en Perú (cinco si contamos su "Lima, we are coming to get you") y al final del concierto dejó entrever con un "nos vemos" que es muy posible que lo volvamos a ver... y yo creo que así será, Paul y su música siempre están ahí acompañándome, sorprendiéndome, alegrándome. Un "check" más en la lista de sueños cumplidos.
Fue una semana exactamente, que como regalo de cumpleaños, me autoregalé una entrada adicional para ver una película más en el Festival de Lima. Finalmente, no fue una película sino un documental, se llama Familia y es de Mikael Wiström (director sueco) y Alberto Herskovits (director argentino). Obviamente, la elegí porque desde el momento que ví en el folleto de las películas que habían dos producciones suecas, me dije a mí misma (por vínculos afectivos y de cariño a ese país principalmente) que tenía que ver alguna, y opté por Familia ya que era algo relacionado con Perú.
El documental inicia con Natividad en la playa, angustiada por una situación como queriendo depositar sus angustias en el mar y volver a casa en paz. Naty toma la decisión de emigrar a España para trabajar y así contribuir a la economía de su hogar. Pero el proceso que conlleva esto y la separación de su esposo e hijos- especialmente el menor al cual quería darle la “calidad” de tiempo que no pudo a los otros- es de lo que seremos partícipes.
Un punto a resaltar son los flashbacks con fotografías en blanco y negro, en el que el director nos muestra su nivel de vinculación con estas personas. Podemos observar a través de ellas, los inicios de Daniel y Naty, cuando recolectaban basura y dejaban a su bebe en una carpita especialmente hecha para velar por ella y que no esté lejos de ellos mientras hacían su trabajo. Estas fotos son muestras del amor y dedicación que ponen muchos años para conseguir un lugar donde vivir en Chorrillos y establecerse con todos sus hijos.
Otro aspecto que se trata es el del machismo que envuelve nuestra sociedad, ya que el hijo de la pareja tiene una mentalidad muy anticuada y en un fragmento de la obra, tiene una discusión con su esposa por cuestiones caseras, donde se da a entender que es alguien que quiere que le sirvan todo y que no mueve un dedo en la casa ni mucho menos cocina, porque es hombre. Su esposa indignada le replica que lo que él quiere no es una esposa sino una sirvienta.
La situación delicada de los emigrantes latinos (sobretodo los que realizan labores domésticas o están en una situación ilegal) en el extranjero y los maltratos que pueden sufrir es un tema de trasfondo, que cuestiona, preocupa, arremete.
En cuanto a algunos aspectos técnicos, el uso de los colores, el contexto en los que se filma el documental es el inverno limeño que con su color gris hace un hincapié en el aspecto duro de la separación de las familias por motivos económicos, por busca de mejores oportunidades; esto contrasta con las escenas en España donde se hallan en pleno verano y por ende los colores son mucho más vivos. Asimismo, hay un despliegue de color cuando Naty vuelve a su pueblo natal para casarse, lo que se puede empalmar con la alegría de volver no solo al Perú, sino a su tierra. Su familia se muestra mucho más que el grupo de personas que ella ama incansablemente para extenderse a otros aspectos como sus orígenes, su lucha en la vida junto a su esposo y compañero Daniel, las amistades que va haciendo a través del tiempo (como su compadre Mikael) y posteriormente su establecimiento con sus hijos. Familia para ella parece ser la suma de todos esos aspectos.
Hay también planos generales muy bellos, de la playa, del campo, de las casas en los cerros.
Sobre la base de lo que he leído en otros blogs y el breve diálogo que tuve ese día con Mikael después de la proyección, puedo decir que el documental es una labor que le ha llevado al director gran parte de su vida, que lo ha involucrado con la familia con la que entabla una amistad por un tiempo aproximado de veinte años. Familia es la tercera parte de una trilogía sobre la historia de la familia Barrientos que empezó con La otra orilla (1991) y Compadre (2004). Esta obra se hizo acreedora del premio “Mejor documental sueco” en el Festival Internacional de Cine de Gotemburgo- Suecia.
Me parece que el mérito del director sueco va más allá de plasmar esta realidad contemporánea, pues lo que más es admirable –según mi modesta opinión por supuesto- es su nivel de involucramiento. Desde que era ese fotógrafo cuando retrataba a aquellos que no eran retratados por otros y se confrontaba a esa realidad tan chocante de ver a las personas escarbando en la basura, hasta el nivel de realización cinematográfica, donde ha efectuado una de las mejores formas en las que uno puede hacer un documental: tanto el director como los protagonistas se han domesticado, tal cual Principito y su rosa, han creado un lazo. Familia es también su familia.
Mikael Wiström con las protagonistas de su próximo trabajo.
Tanto el director como los protagonistas se han "domesticado", tal cual Principito y su rosa, han creado un lazo. Familia es también su familia.
La joven Victoria es una de esas películas que te deja una sensación de ya haber visto esa historia, de conocer cómo avanza la trama y su desenlace, pues –como hablábamos con un amigo- su argumento es ciertamente convencional; pero aún así, funciona y me encantó.
Ambientada en el siglo XIX, Victoria muestra arquitectura neoclásica en sus decoraciones (especialmente en el Palacio de Buckingham). Tiene un aire a Barry Lyndon en la decoración y el uso de los espacios y locaciones. La dirección artística es impecable, cada detalle del vestuario está hermosamente cuidado; los peinados acordes a la época. Obviamente, en una película histórica la dirección de arte denota mucho más su relevancia pues puede terminar siendo un “personaje” más, sin el cual, la película deja de ser convincente.
La historia nos ubica la mayor parte del tiempo en 1837 y los años posteriores, donde Victoria tendrá que asumir el cargo de ser reina al cumplir los 18 años-al morir su tío Guillermo IV- y luchar para que no le pidan la regencia por ser muy joven e inexperta. La relación con su madre es inestable y áspera. A veces, solo el cariño de su nana la consuela ante las duras pruebas que tiene que atravesar a su corta edad. Por otro lado, Albert de Sajonia-Coburgo-Gotha, príncipe de Bélgica, ha sido criado desde niño sabiendo todo de Victoria, sus gustos y aficiones en campos como la música, la literatura y el teatro. Cuando finalmente llega el día en que se encuentran, los dos sienten que tienen mucho en común y a partir de ahí, vivirán un romance con muchas complicaciones de por medio.
¿Con qué escena me quedo? Hay varias, una de ellas es en la que Victoria (aún sin ser reina) y Albert juegan ajedrez y donde llevan una conversación en la que Victoria le pregunta a su primo que si no se siente como una pieza de ajedrez que está esperando a ser movida de acuerdo a la situación que convenga. Albert asiente y ambos se ven muy identificados porque se dan cuenta de que la premisa de sus vidas ha sido esa: No poder tomar sus decisiones por sí solos, estar expuestos siempre a presión, ser piezas de burdos juegos e intereses políticos, etc. Luego Albert recomienda a Victoria que deje que “jueguen” con ella hasta que ella aprenda a dominar las reglas del juego.
La escena final en la que Victoria ingresa a un salón principal con Albert de una forma magistral donde todos los invitados los miran (al estilo de la escena final del Arca rusa) es quedarse con ese instante que te envuelve, que no te deja “insatisfecho” y que –tal vez con la ayuda de un efecto de cámara con ángulo picado- ennoblece y engrandece a esos personajes.
La joven Victoria es un film que agrada. La dirigió el francés Jean-Marc Valleé y la música es otro aspecto bien manejado, que emociona y toca. Actúan Emily Blunt (Victoria), Rupert Friend (Albert), Mark Strong (John Conroy). Ganó el Oscar a Mejor Vestuario, Mejor Maquillaje y Mejor Dirección Artística 2009. ¡Y con razón!
Quedo de mi modesta crítica-opinión y me voy a trabajar.
Era un restaurante rústico, cual dejavú, creí que ya había estado ahí una vez, pero esa vez no sonaba la radio sino que era música en vivo.
Nos sentamos para disponernos a callar a nuestros estómagos, eran las cuatro de la tarde y no habíamos almorzado. En eso, los idiomas se mezclaron. "G" me dijo que le parecía muy curioso encontrarme y además que los dos hayamos sido voluntarios en el país del otro. También hablamos de las ironías de la vida: conocemos tierras lejanas, pero yo no conozco la ciudad que está al sur de Lima y él se pierde fácilmente en la capital de su país.
Parecía de 22, pero tiene 25 años. G no había dormido en una cama por una semana, había estado de bus en bus y ahí conciliaba el sueño. Se afeitaba en los baños públicos o de los restaurantes donde comía. En la pantalla de su cámara pequeña (denominada por él como trash cam) se observaba la imagen a fotografiar de forma al revés, efecto producido por viajar con la cámara en un río. La cámara era una sobreviviente de toda su faena voluntariosa.
Luego hablamos de la Inca kola, me preguntó “¿realmente te gusta?”, y yo “sí, claro…bueno no me gusta tomar gaseosa, pero si tuviera que escoger una sería esa. Además he crecido con eso, más allá de un juicio de valor está en mí ese sabor. Es como esos dulces salados que ustedes tienen, ¿como se llaman?…mmm”. Y él “ah, pero a mí no me gustan, pero sí, son muy populares”.
Nos vimos un rato en la noche antes de que se vaya, tenía la misma sensación que en Cusco, era este conocer amigos y decir adiós tan rápido. Entrar en confianza súbitamente. Como con Micha y Jakob, una pareja mayor de Israel que encontramos en Cusco, que a los dos días de conocerlos, Hanna y yo, celebramos el cumpleaños de Micha en el Trotamundos con café y torta de chocolate. Mientras comíamos, nos daban consejos como si nos conociéramos de toda la vida, como si fueran nuestros padres ¡Qué personas tan amables! Y hasta ahora extraño ese breve momento en que conversábamos con ellos y escuchábamos de sus viajes, de su amor, de su matrimonio, de su divorcio y de su amistad. Así como G, Micha y Jakob, iba encontrando personas que llenan un momento y lo más probable es que no vuelva a verlos, pero ese instante, ese momento puede permanecer eterno.
Y pensar que pensábamos en lo mismo mientras estábamos en la sierra. Si uno pudiera llamar a las personas con el pensamiento, con una pestañada (como dice una amiga mía), tal vez todo sería más fácil. Lo vio después de tanto tiempo y le había gustado tanto, le había dejado una gran huella como persona.
Esa noche por fin encontré respuesta a muchas preguntas que rondaban mi mente, preguntas abiertas que por fin habían encajado con las situaciones, personas, momentos, lugares, etc.
-¿Por qué no me llamaste luego? Aún pensaba en ti...
-Es que no había conexión, solo por las mañanas, cuando hablaba contigo, y bueno como que las nueve de la mañana no era la hora más romántica. Sin embargo, cuando hablaba contigo te quedabas conmigo todo el día.
Ambos se miraron y sonrieron, pero ahora ambos estaban en otra "situación". Lo que les daba un poco de curiosidad eran interrogantes como ¿que habría pasado si...? ¿y si yo hubiera hecho esto o aquello? ¿qué pasaría si...?
Los días pasan, lo que en un inicio era tan pesado, se ha convertido en algo llevable, la vida continúa y todo tiene sus subidas y bajadas. Conocí una suerte de ángel, creo que he sido muy afortunada con eso (él es mi buena estrella, como versa una canción de Caroline Cruz).
Tomamos dos fotografías, solo que la de él era minimalista y la mía era barroca, clásica. Yo dije: el tiempo no es un problema; él dijo: sí, sí lo es. Yo sé como andas de tiempos, por eso te canté: tu cuerpo puede estar ausente pero que tu alma esté al final del puente-nuevamente canción de Caroline. Cada uno tiene distintos enfoques y por eso nos complementamos tan bien. Siempre que te veo con los niños me pareces tan tierno. La voluntad nos une, estar lejos y cerca de lo que queremos, eso lo comprendo.
Estallaste cuando te dije que me iba temprano (¿estabas celoso?), pero no hubo mala intención de por medio. Fue porque me tomaba regular tiempo para encontrarme con una amiga que no veía hace tiempo para ver una película (que terminó siendo un documental sobre Manu chao).
Y te escapabas para verme, y comprabas una pasta dental, y yo iba a prisa con la bicicleta por solo verte esos cinco o diez minutos. Nos mirábamos, sonreíamos, disimulábamos. Es increíble sentir esas mariposas en el estómago.
Caminamos por unas casonas, ellas nos han visto, nos escondieron con esa brisa barranquina de noche de casa de cartón. Pero solo yo he visto que esconden tus ojos (muy bellos por cierto), tu pelo. Decimos algo, y hacemos otra cosa, si te miro a los ojos no resisto, en fin. Recuerdo fragmentos de la canción que me dijiste que escuchara cuando te conocí: no sé quién eres, no sé qué será, lo aprenderemos solo viviendo.
Federica, Hanna, yo con Mariluz y Yayer en La Posada de Belén - Sicuani
Los hermosos y talentosos niños de La Posada.
Hanna con María y Kurt, la familia que nos acogió en Gunnarsbyn - Suecia.
Gotthard, Kristín, Hanna, yo y Mogens en Jokkmokk - Suecia.
Härlig är jorden es el nombre de una canción tradicional sueca que me encanta y significa Maravillosa, hermosa es la Tierra y yo lo creo así. He estado en dos lugares distintos los últimos seis meses, y sin embargo me he fascinado con cada uno de ellos. A tres horas de Cusco está Sicuani, un lugar maravilloso que era el primer destino. Ahí junto con Hanna, mi compañera pero también gran amiga en el programa de voluntariado Influencia Global, nos quedaríamos desde septiembre hasta diciembre en la Posada de Belén, un albergue temporal para niños. Muchos nombres vienen a mí cuando pienso en Sicuani, las sonrisas de los niños y el puentecito sobre el río por el que cruzaba con Daniel, Verónica y Keiko todos los días para llevarlos al colegio. Asímismo, vienen a mi mente imágenes del Lago Titicaca y de Machu Picchu, ambas un patrimonio, ambas con una mística única. Y cuando estuvimos en Suecia, recuerdo también los lugares, y las personas, nuestros monitores locales que al igual que en Cusco, fueron parte muy importante del proceso (Luciano, Doris en Cusco; Mogens y Gotthard en Suecia). Nuestro destino: el norte. El norte de Suecia tiene algo que te embelesa, es un lugar con muchas de las casitas que uno dibuja de niño, con una chimenea y un árbol al costado (que cabe reclacar están en toda Suecia, y mayormente son de color rojo con techo azul como si fuera una suerte de convención). Pero también hay grandes ciudades como Luleå o Umeå, ambas dispuntándose siempre por cuál es "la capital del norte" de Suecia. En este momento sería difícil resumir todo lo que he vivido, pero sólo mencionaré dos momentos bonitos que compartí con Hanna. Una noche estábamos en Sicuani, y en eso Hanna me llama afuera de nuestro cuarto ya que ahí no había techo, y luego me dijo que mire al cielo y nos quedamos contemplando el escarpado, lleno de estrellas, fue un momento hermoso. Otra noche en Suecia, en Kvikkjokk, estábamos afuera en la noche por una actividad con los confirmandos, y de pronto -cuando estábamos camino a nuestro alojamiento- tanto ella como yo empezamos a mirar al cielo, lleno de estrellas nuevamente. Nos pareció que eran las mismas que habíamos visto en Sicuani y lo más curioso es que las ambas pensamos en lo mismo al mirar las estrellas, nos sentíamos tan bien de tener esa conexión. Somos países, realidades y culturas muy distintas pero así como las estrellas ha habido otras ocasiones donde “nos une un mismo cielo y un mismo sueño”. En lugares tan alejados vemos las "mismas" estrellas. Podemos cantar realmente Härlig är jorden.