viernes, 10 de abril de 2009

Härlig är jorden

Federica, Hanna, yo con Mariluz y Yayer en La Posada de Belén - Sicuani


Los hermosos y talentosos niños de La Posada.

Hanna con María y Kurt, la familia que nos acogió en Gunnarsbyn - Suecia.

Gotthard, Kristín, Hanna, yo y Mogens en Jokkmokk - Suecia.

Härlig är jorden es el nombre de una canción tradicional sueca que me encanta y significa Maravillosa, hermosa es la Tierra y yo lo creo así. He estado en dos lugares distintos los últimos seis meses, y sin embargo me he fascinado con cada uno de ellos. A tres horas de Cusco está Sicuani, un lugar maravilloso que era el primer destino. Ahí junto con Hanna, mi compañera pero también gran amiga en el programa de voluntariado Influencia Global, nos quedaríamos desde septiembre hasta diciembre en la Posada de Belén, un albergue temporal para niños. Muchos nombres vienen a mí cuando pienso en Sicuani, las sonrisas de los niños y el puentecito sobre el río por el que cruzaba con Daniel, Verónica y Keiko todos los días para llevarlos al colegio. Asímismo, vienen a mi mente imágenes del Lago Titicaca y de Machu Picchu, ambas un patrimonio, ambas con una mística única. Y cuando estuvimos en Suecia, recuerdo también los lugares, y las personas, nuestros monitores locales que al igual que en Cusco, fueron parte muy importante del proceso (Luciano, Doris en Cusco; Mogens y Gotthard en Suecia). Nuestro destino: el norte. El norte de Suecia tiene algo que te embelesa, es un lugar con muchas de las casitas que uno dibuja de niño, con una chimenea y un árbol al costado (que cabe reclacar están en toda Suecia, y mayormente son de color rojo con techo azul como si fuera una suerte de convención). Pero también hay grandes ciudades como Luleå o Umeå, ambas dispuntándose siempre por cuál es "la capital del norte" de Suecia.
En este momento sería difícil resumir todo lo que he vivido, pero sólo mencionaré dos momentos bonitos que compartí con Hanna. Una noche estábamos en Sicuani, y en eso Hanna me llama afuera de nuestro cuarto ya que ahí no había techo, y luego me dijo que mire al cielo y nos quedamos contemplando el escarpado, lleno de estrellas, fue un momento hermoso. Otra noche en Suecia, en Kvikkjokk, estábamos afuera en la noche por una actividad con los confirmandos, y de pronto -cuando estábamos camino a nuestro alojamiento- tanto ella como yo empezamos a mirar al cielo, lleno de estrellas nuevamente. Nos pareció que eran las mismas que habíamos visto en Sicuani y lo más curioso es que las ambas pensamos en lo mismo al mirar las estrellas, nos sentíamos tan bien de tener esa conexión. Somos países, realidades y culturas muy distintas pero así como las estrellas ha habido otras ocasiones donde “nos une un mismo cielo y un mismo sueño”. En lugares tan alejados vemos las "mismas" estrellas. Podemos cantar realmente Härlig är jorden.